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Menta

Cuidados de la menta

La menta necesita más cuidados cuanto menos favorable sea para su cultivo el clima y el suelo del lugar donde se plante, por lo que veremos qué condiciones prefiere y cómo ofrecérselas, pero también otros cuidados básicos
Publicado: (última modificación 04 Apr 2019) Por Foto del autor Sígueme - ♻ Apoya mi causa
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La menta es una planta rústica que crece de forma natural en muchas regiones, y sin ningún tipo de ayuda o cuidado, pero siempre lo hace en aquellos lugares que le son favorables, ausentándose en los demás.

Menta bien cuidada

De lo anterior se desprende que el cuidado más importante que se le puede proporcionar a la menta, es adecuar el lugar en el que se va a plantar a las condiciones en las que crece en la naturaleza.

Este artículo girará entorno a este concepto, ya que los cuidados se complicarían mucho si las condiciones en las que se pretende que crezca la menta no son las adecuadas.


Condiciones del suelo

La menta prefiere suelos profundos, húmedos y fértiles, con un pH de ligeramente ácido a ligeramente alcalino (de 5.6 a 7.5)

Para cultivar menta en un suelo que no presente estas características, se puede hacer lo siguiente:

☛ Preparar un bancal elevado para aumentar la profundidad del suelo, lo que repercutirá también en una mayor humedad.

Añadir materia orgánica al suelo ―esto también mejora la fertilidad y baja el pH― si este conserva poca humedad, o arena si retiene demasiada y tiende a encharcarse.

☛ Si el pH es muy bajo (suelo ácido), aportar cal agrícola o ceniza de madera. Ambas contribuirán a hacer el suelo más alcalino.

☛ Colocar un mulching orgánico sobre el suelo para conservar mejor la humedad de este.


Si se logra adecuar el suelo ―o o el sustrato― en el que se pretende cultivar la menta a las características anteriores, se estará ahorrando en cuidados, desarrollándose la planta en todo su esplendor.


Riego

Menta bien cuidada

Las dos semanas siguientes a la plantación o emergencia ―si se ha sembrado― de la menta, se debe mantener el suelo húmedo constantemente, evitando que se seque pero sin regar en exceso para que no se produzcan encharcamientos.

Una vez que la menta logra arraigar bien en el suelo, los riegos pueden espaciarse más, esperando a que la tierra casi se seque entre uno y otro.

Nuevamente, si el suelo tiene una textura adecuada ―favorable a la retención de agua― y se coloca un acolchado sobre él, los riegos podrán ser mucho menos frecuentes, puesto que se conservará mucho mejor la humedad.

Aunque se trate de una planta que suele encontrarse de forma natural cerca de cursos de agua, en suelos muy húmedos, lo cierto es que resiste bastante bien la sequía, pero su aspecto y vigor sufren bastante.


Control de adventicias

Esto es común a cualquier cultivo, ya que las "malas hierbas" son un hueso duro de roer para la mayoría de las plantas, especialmente cuando estas son pequeñas.

Si se dejan prosperar van a sobrepasar rápidamente a la menta en altura, robándole la luz, el espacio, los nutrientes y el agua, y haciendo que esta pierda mucho vigor o desaparezca en la espesura de las "malas hierbas".

Retirar las adventicias regularmente para evitar que sus raíces profundicen y se haga más complicada la extracción, y más en el caso de la menta, puesto que a medida que vayan enraizando más y más estolones, la estructura se enmarañará mucho y será más complicado acceder a las hierbas que nazcan entre los tallos de la menta.


Cortes regulares

Es muy conveniente cortar de vez en cuando los tallos más largos de la menta ―a dos tercios de su longitud total― para que rebroten y así se renueve la planta, ya que de lo contrario, irán tomando un aspecto envejecido y poco vigoroso.

Se pueden aprovechar esos cortes para cosechar la menta, de forma que dejemos los tallos más jóvenes para que sigan creciendo.


Control de invasión

Una característica muy conocida de la menta es su carácter invasor, ya que sus estolones subterráneos y aéreos emiten raíces y nuevas plantas que van ocupando cada vez más terreno, y de una forma bastante rápida, por cierto.

Si se quiere evitar tener que estar arrancando plantas de menta de lugares en los que no se desea que estén, habrá que plantarla en un espacio del que no pueda salir: una maceta, bancal, esquina aislada del jardín, o bien cultivarla en agua.

En los casos en los que esta característica invasora no sea un problema, se puede dejar a su aire, arrancando las plantas que estorben y dejando que las demás se distribuyan a su antojo. Si el clima y el suelo son adecuados, esto nos garantizará que nunca más tendremos que plantar menta, ya estará presente de forma naturalizada en nuestro huerto o jardín.


Cómo cultivar menta

Aquí tienes más información acerca de este cultivo.

Autor José A. Amigo

Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.