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Fundamentos

Por qué cultivar nuestros propios alimentos

En este breve artículo te contamos las razones de peso por las cuáles todos deberíamos cultivar nuestros propios alimentos o al menos una parte de ellos
Publicado: (última modificación 27 Nov 2018) Por Foto del autor Sígueme - ♻ Apoya mi causa

Cuando se comienza a cultivar un huerto, los fines de semana, ya sea en el campo o en la ciudad, se hace, antes que nada, porque a uno le gusta la horticultura, el contacto con la tierra, con las plantas, estar al aire libre, escuchar el canto de los pájaros, etc.

Alimentos del huerto

Pero además, también está la satisfacción de comer lo que uno mismo cultiva, y de redescubrir el auténtico sabor de los alimentos. Un tomate o una lechuga recién recogidos del huerto, proporcionan unos aromas y sabores que nada tienen que ver con los que se pueden comprar en un supermercado o frutería. Saben a vida, a naturaleza!

Otros, quizás comiencen a cultivar frutas y hortalizas porque quieren comer alimentos más sanos, o saber lo que comen; estar seguros de que no contienen fitosanitarios perjudiciales para la salud.

Y por último, un grupo muy reducido desea, además, depender menos del mercado y ser responsable de su propia alimentación y la de su familia.

A continuación explicamos las ventajas que, a nuestro juicio, tiene cultivar nuestros propios alimentos.


Ahorro de dinero

Dependiendo de la dieta familiar, de la variedad y la cantidad de frutas y hortalizas que se cultiven (dependerá también del clima), se podrá ahorrar mucho dinero en la cesta de la compra.

Los siguientes son algunos de los alimentos que quizás no sea necesario volver a comprar, si se maneja bien el huerto.


Alimentos que no habrá que comprar más

Haz clic en los que aparecen en color azul para ir a la sección en la que se explica con detalle cómo cultivarlos.




Como se puede ver, con los alimentos de la lista anterior, es posible cubrir buena parte de las necesidades nutricionales de una familia.

Algunas de estas hortalizas, como por ejemplo la acelga, la espinaca, la lechuga, el puerro, el rabanito, la remolacha o la zanahoria, se pueden cultivar durante todo el año, si el clima no es muy extremo, o si se dispone de un invernadero.


Para saber qué hortalizas se adaptan mejor a los distintos tipos de clima, puedes consultarlo en los siguientes enlaces.

Hierba heladaCultivos de clima frío✔ Estas hortalizas se desarrollan mejor en ambientes frescos o fríos, en una u otra época del año...
Mapa climaticoCultivos de clima templado✔ La mayoría de las hortalizas se pueden cultivar en los climas templados, en algún momento del año...
Mango cortadoCultivos de clima cálido✔ Estás plantas prefieren lugares cálidos, en los que se desarrollan con toda su exuberancia...

Otras como la cebolla, el ajo, la patata, los garbanzos o las calabazas, se conservan muy bien y durante mucho tiempo, en un lugar fresco y seco. Esto permite disponer de ellas la mayor parte del año, aunque solo se puedan cultivar en una época concreta.

Con las demás hortalizas, habrá que recurrir a la congelación o al encurtido, como dos buenos métodos de conservación.


Alimentación más sana y segura

Alimentos naturales

Los alimentos que uno cultiva en su propio huerto, sobre todo si se hace de manera ecológica, estarán libres de residuos químicos derivados de la fumigación con diversos fitosanitarios, práctica común de la horticultura profesional, la que abastece a los mercados.

Quizás algunos fitosanitarios sean inocuos para salud humana a largo plazo, pero por desgracia lo que ahora las autoridades consideran seguro, en el futuro pueden tacharlo de perjudicial. En la literatura y en las hemerotecas hay ejemplos a montones, tanto de fitosanitarios como de otras sustancias.

Por otro lado, la gran mayoría de los alimentos que se pueden comprar en un supermercado (salvo que sea ecológico), provienen de una agricultura intensiva que persigue abaratar costes, reducir el ciclo del cultivo al máximo y poner en el mercado el producto antes que nadie para incrementar los márgenes comerciales. Esto se traduce en la utilización de variedades muy seleccionadas para estos fines, en detrimento del valor nutricional y del sabor. La frase "Los tomates del súper no saben a nada, son solo agua" se repite una y otra vez en las conversaciones familiares o entre amigos. Y es que, además de una genética poco favorable, al acelerar la producción, las hortalizas no disponen de tiempo para asimilar los nutrientes de forma óptima, y además, muchas veces se cosechan antes de que alcancen un buen grado de maduración, por aquello de que se conservan mejor.

En un huerto orgánico todo va más lento, a su ritmo. Las plantas se toman su tiempo para crecer, fructificar y madurar. Las hortalizas crecen al sol y al aire, en unas condiciones naturales variables que se imprimirán en la calidad nutricional y en el sabor de los frutos o partes comestibles. Uno mismo decide cuando cosechar según sus necesidades, según el estado de las hortalizas, la fase lunar, el grado de humedad, etc. Muchas de ellas, como la zanahoria, donde mejor se conservan es en el huerto así que, si no se necesitas, se puede dejar que sigan madurando y tomando nutrientes del ambiente.

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Mayor autosuficiencia

Tener un huerto bien planificado y bien cuidado ayuda a depender menos de los mercados.

Si el precio del calabacín se pone por las nubes, porque hay desabastecimiento, como ya ha pasado, uno se reconforta de verlos crecer en su huerto, o de tener varias bolsas en el congelador, listas para consumir y de primera calidad.

El gasto en alimentación es uno de los más importantes que afronta una familia a diario, especialmente si se propone comer sano y variado. Pues bien, precisamente frutas y verduras variadas son la base de una dieta saludable, y cultivándolas uno mismo, la sensación de libertad y autosuficiencia es muy agradable, aunque en realidad siempre habrá que comprar algunas cosas.


Dieta más saludable y equilibrada

Siempre y cuando se esté abierto a comer de todo, porque de lo contrario, servirá de poco tener un huerto.

Pero suponiendo que uno está dispuesto a comer sano y variado, como querrá tener hortalizas todo el año en el huerto, tendrá que cultivar aquellas que se adapten a cada época y, por tanto, sin pretenderlo, estará obligado a tener mucha variedad.

Además, se podrán comer siempre frutas y hortalizas de temporada, aprovechando al máximo los nutrientes que contienen y evitando procesos de conservación en frío que, además de consumir electricidad, deterioran las cualidades de las frutas y verduras.

En ciertos momentos del año, es habitual tener un excedente de una determinada fruta o verdura, especialmente de aquellas más productivas y de escasa conservación en fresco, como los melocotones, calabacines o tomates. En esas ocasiones, se intenta


Más ejercicio físico

Aunque se use un tractor, motocultor o motoazada...hay que agachar el lomo porque, otra cosa no, pero el huerto se cobra unas buenas dosis de sudor, sobre todo en primavera y en verano, con el tiempo caluroso.

El huerto se encarga también de quitar algunos kilos de sobra en forma de energía y sudor. Ya sea preparando la tierra, haciendo escardas, instalando tutores, vallas, riego, cosechando, etc. Y lo mejor de todo es que se trata de ejercicio moderado al aire libre y eso se nota. Además, cuando hace sol (utilizando la debida protección), el trabajo en el huerto ayuda a sintetizar vitamina D, pero además se liberan hormonas que influyen positivamente en el bienestar físico y psíquico. Cuando se termina el trabajo y uno se sienta a ver el gran resultado, la sensación es muy reconfortante.

Aquellos que tienen hijos, sobrinos, nietos...pequeños, tiene que llevarlos al huerto. Se pondrán hasta arriba de tierra pero serán felices, aprenderán y estarán gastando una buena dosis de energía que abrirá su apetito y los hará dormir mejor. Para los mayores, será divertido verlos jugar, aunque no tanto si les da por pisar dónde no deben...pero para eso está la educación. Esos niños, de mayores, casi seguro que querrán tener un huerto por los buenos recuerdos que les trae.


Fomento de la creatividad y el aprendizaje

Todos aquellos que quieren tener un huerto orgánico completo y bien cuidado tuvieron que aprender, aprender y aprender...pero, también recurrir a la imaginación para solucionar algunas situaciones que van surgiendo con el día a día. "¿Cómo hacer para espantar estos molestos pájaros que se comen las frambuesas? Hay que hacer algo para mantener a los caracoles fuera del huerto". Riegos, remedios caseros, abonos, conservación, mantenimiento, etc. Hay infinidad de temas en los que aplicar y desarrollar el ingenio.


Más felicidad

El huerto no soluciona problemas externos, deudas, dudas, pérdidas, decisiones complejas, pero si puede cambiar el orden de prioridades en la vida. Te arrastra al concepto slow life, vivir lento, poniendo el disfrute y la felicidad personal en el centro.

Puede que el tiempo que invertido en el huerto, con la familia y obteniendo recursos de la tierra solo con la propia maña y esfuerzo, lleve a "cambiar el chip". Se empieza por dar menos importancia al trabajo, a aparentar una vida acomodada en lo material, a los "compromisos sociales", a la dictadura económica...y es entonces cuando todo encaja y piensas:..mis seres queridos, mi hogar, mi huerto, mi planeta...mi tiempo, mi vida.

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Autor José A. Amigo

Soy ambientólogo, especialista en Gestión de la Calidad y del Medio Ambiente, autodidacta y embarcado desde hace casi dos décadas en el mundo web, amante de la naturaleza y de la vida saludable. Tengo un gran huerto familiar ecológico.